5-1. El partido perfecto en el momento adecuado

Muchos partidos ha perdido esta temporada el Mallorca por mala suerte (Villarreal, sin ir más lejos) o errores arbitrales flagrantes (Real Madrid, último ejemplo). Ya tocaba que algún día se volvieran las tornas y ha sucedido hoy, en el momento adecuado y ante el rival oportuno. Un error de De Burgos Bengoetxea pitando un penalty que no era desquició al Celta y le dio al Mallorca la puerta de entrada hacia una victoria tan holgada como necesaria. El resultado refuerza la confianza del equipo y nos obliga a todos a desempolvar el cuaderno y el bolígrafo para volver a hacer números. Son cinco puntos y quedan cinco partidos. ¿Será suficiente? Por lo menos una cosa está clara. Pase lo que pase en la siguiente jornada el equipo llegará vivo al siguiente encuentro en Son Moix ante el Levante.

Arrancó fuerte el Celta, con la presión adelantada y la confianza de los ocho puntos de ventaja que llegaba en la clasificación. La verdad es que el arranque no pintaba bien, pero de repente, a los 13 minutos, Dani Rodríguez se lanzó al suelo en el área al sentir la presencia de Santi Mina y De Burgos Bengoetxea se fue al punto de penalty. La repetición demostró que el contacto -si es que existió- había sido mínimo, pero el VAR no quiso dejar en mal lugar al árbitro y éste tampoco quiso rectificar. La espera se hizo eterna, pero al final se fue con el dedo a los once metros y desde ahí no perdonó Budimir.

El Celta se tomó con rabia el golpe y se marchó arriba a toque de corneta. Entonces apareció imperial Manolo Reina con dos paradas consecutivas que evitaron el empate, la primera ante Bradaric y la segunda ante Murillo, ésta con suspense porque el portero malagueño atrapó el balón a escasos centímetros de que superara la línea de gol.

Pese al 1-0 las vibraciones seguían sin ser buenas porque el Celta era el dominador absoluto, pero a los 27 minutos, en una jugada sin aparente trascendencia, el Cucho Hernández aprovechó la indolencia de los centrales y soltó un disparo lejos del alcance de Rubén Blanco.

El 2-0 sí que ya destrozó al Celta que, desesperado, no entendía nada. En el colmo, a los 40 minutos Kubo combinó con Pozo y el andaluz se cambió el balón de pierna al entrar en el área para batir de nuevo la meta viguera con un disparo imparable. No me cabe la menor duda de que Son Moix hubiera temblado con la virulencia de un terremoto para celebrar el 3-0 si sus gradas hubieran estado llenas de aficionados. Era el resultado perfecto, un sueño hecho realidad que sólo se estropeó por la mala noticia de la nueva lesión muscular de Lumor, que se echó mano a los isquios y tuvo que dejar su plaza a Fran Gámez. Tiene pinta de que para el ghanés puede haberse acabado la temporada porque los isquios, siendo benévolos, implican una baja no inferior a las dos semanas. Muy, muy mala suerte en este aspecto, pero está claro que el equipo le necesitaba y había que forzarle con todas las consecuencias.

La segunda parte arrancó con un sobresalto porque De Burgos Bengoetxea, que iba como loco por compensar el penalty del 1-0, se fue como un poseso a los once metros cuando Pozo rozó a Santi Mina en el área. Aspas transformó el segundo penalty inexistente de la tarde e invocó fantasmas que parecían enterrados, pero sin duda el de hoy era un partido especial. Sin darle tiempo al Celta a saborear el gol Salva Sevilla combinó con Budimir y el croata resolvió con maestría para marcar su décimosegunda diana de la temporada y dejar, ahora sí, el partido visto para sentencia. Y por si acaso quedaban dudas, Salva Sevilla cerró una actuación de ensueño con un golazo magistral con un disparo imparable desde fuera del área. Es la primera vez en la etapa de Vicente Moreno en la que el Mallorca marca cinco goles en un solo partido. Ni en Segunda B.

Toca hacer números, toca soñar con un milagro y toca seguir sufriendo. Próxima cita, el viernes en el Wanda con las bajas ya confirmadas de Valjent y Budimir, que vieron su quinta tarjeta amarilla, y por supuesto la de Lumor que, salvo sorpresa, está ya listo de papeles (ojalá me equivoque y no haya sido nada, pero no tiene buena pinta).