Historias de 100 años (116): La asombrosa Copa del Mallorca Atlético 1986/87

Por Xesc Ramis.

La Copa del Rey de esa temporada resultó un éxito total para el mallorquinismo entero. Por primera y única vez en la historia el Mallorca y el Mallorca Atlético llegaron juntos hasta la eliminatoria de cuartos de final. Desafortunadamente ambos fueron eliminados en ella y no pudieron seguir avanzando.

Muy sorprendente fue la trayectoria del Mallorca Atlético dirigido inicialmente por Crispi (aunque durante la temporada se cambió de técnico varias veces y los últimos partidos los dirigió el preparador físico Pau Albertí), en esta competición. Empezó su andadura en la segunda eliminatoria, en la que debía medirse a partido único con el U.D. Poblense, equipo de Segunda B como el filial mallorquinista, en el Lluís Sitjar el 1 de octubre de 1986. El partido, muy tenso y en el que hubo hasta tres expulsados (dos del Poblense y uno del Mallorca Atlético), finalizó con empate a tres, con 2 goles de Doro (hijo del mítico defensa de los años 60) y uno de Tomás Redondo para el Mallorca, ante poco más de 300 espectadores, que obligó a resolver la eliminatoria en una tanda de penaltis que acabó sonriendo a los mallorquinistas por 4-3. En la tercera ronda copera el sorteo nos deparó un enfrentamiento, a partido único también, contra el C.D. Málaga que esa temporada militaba en Segunda División y tenía en sus filas a jugadores como Burgueña, Antonio Hierro o el argentino Husillos. El partido, disputado el 22 de octubre de 1986, nuevamente en el Lluís Sitjar, ante poco más de 300 personas, terminó en tablas, 1-1 con gol del central Jaume Salas para el filial y empate en la segunda mitad de Paquito; así que de nuevo los penaltis determinaron que el Mallorca At. superara la eliminatoria (5-4 para los locales, con penalti definitivo de Paco Aleñá). El rival en la cuarta eliminatoria, otra vez a partido único, fue el San Sebastián C.F., filial de la Real Sociedad, que militaba en Segunda B y tenía en sus filas a jugadores como Alaba, Iturrino o Loinaz. El 6 de noviembre de 1986, ante poco más de 800 espectadores, en el Lluís Sitjar se vivió uno de esos partidos épicos. Se adelantó el Sanse con dos goles de su delantero Mikel Loinaz que parecían sentenciar la eliminatoria, pero en el minuto 78 Tomás Gibert y en el 89 Paco Aleñá consiguieron empatar el partido y llevarlo a la prórroga, en la que Manolo Molina en el minuto 115 condujo al Mallorca Atlético a la siguiente ronda copera.

Llegó así el Mallorca At. a la ronda de octavos de final y, como quiera que antes los sorteos sí eran puros y no tan teledirigidos como ahora, tuvo la suerte de que le tocara enfrentarse al rival más débil de todos los que había en el bombo: el C.D. Eldense, de Segunda B. Las eliminatorias, a partir de ese momento, eran ya a doble partido y el Mallorca Atlético estaba ahora entrenado por Joan Bibiloni. El 28 de enero de 1987 el Lluís Sitjar se engalanó (es un decir, pues no había más de 400 espectadores en las gradas) para recibir a los alicantinos. El Mallorca Atlético, pese al penoso arbitraje del catalán Casas Bascuñana (favorable al equipo filial ya que dejó a los visitantes con 6 jugadores tras las expulsiones de Sáez, Jero, Ramírez, Castroverde y Botella, así como la del preparador físico), derrotó por 3-1 a los de Elda, dando un gran paso para llegar a los cuartos de final. Se adelantó el Eldense (que contaba con una vieja figura mallorquinista como Orellana en sus filas) en la primera parte, pero Miquel Ángel Nadal, al inicio de la segunda parte, y Manolo Molina y Jaume Salas, estos dos últimos en el descuento de trece minutos que hubo y cuando los visitantes jugaban ya solo con 5 jugadores, voltearon el marcador. El partido de vuelta se disputó 11 de febrero de 1987 en el Municipal de Elda ante 7.000 espectadores y en noche lluviosa, mientras el Mallorca estaba dando buena cuenta del Real Zaragoza en el Lluís Sitjar. El Mallorca Atlético, que sorprendentemente fue recibido con cariñosos aplausos, cayó derrotado por 1-0, pero se clasificó para los cuartos de final.

En cuartos de final el rival ya tenía que ser de aupa, pues se habían clasificado los siguientes equipos: Real Madrid, Atlético de Madrid, Athletic Club, Real Sociedad, Atlético Osasuna, C.D. Logroñés y el primer equipo mallorquinista. Y, claro, lo fue. El sorteo emparejó al segundo equipo mallorquinista con la Real Sociedad, de Primera División. El partido de ida se disputó, en familia según las crónicas, en el Lluís Sitjar el 25 de febrero de 1987, el mismo día que el colegiado Guruceta Muro perdía la vida en un accidente de coche. Ese día el Mallorca Atlético, entrenado ya por Pau Albertí, alineó a Villalvilla, Fortunato, Salas, Pastor, Doro, Obrador, Tomás, Nadal, Aleñá, Bonnín (Soria 85′) y Molina. La Real Sociedad no se guardó nada para la vuelta y alineó a Arconada, López Rekarte, Larrañaga, Górriz, Gajate, Mújica, Txiki Beguiristain, Loren, Zamora, Bakero y Martín Beguiristain. No realizó ningún cambio su entrenador John Benjamin Toshack. El árbitro fue el catalán Crespo Aurré que tuvo una buena actuación, aunque acabó lesionado el partido. El encuentro, a pesar de que fue bastante movido, terminó con el resultado inicial de empate a cero y lo único que desentonó fue el lamentable estado del césped del Lluís Sitjar.

El partido de vuelta se disputó el 11 de marzo de 1987. Y en él, el Mallorca Atlético cayó de forma estrepitosa por 10-1 en el viejo campo de Atocha, que presentaba una media entrada. La alineación del Mallorca Atlético de esa noche estuvo formada por Villalvilla, Soria, Pastor, Doro, Salas, Fortunato, Nadal, Bonnín, Tomás, Molina y Obrador. También jugaron Ramis y Salvuri. Nada pudo hacer el filial mallorquinista para parar la avalancha de goles txuri-urdin. Górriz (2), Bakero (2), Txiqui Beguiristain (2), Loren (2), Zamora y Mújica batieron la portería de Villalvilla. El gol del honor lo anotó Molina para el Mallorca Atlético al rematar un córner en el minuto 89 y supuso el 10-1 definitivo. Las crónicas indican que el resultado aún pudo haber sido más escandaloso.

En resumen, una temporada muy convulsa del filial que acabó con el descenso a Tercera División y con una histórica y sorprendente participación en la Copa del Rey.