Una rivalidad artificial

Se ha hablado mucho de la rivalidad existente entre el Mallorca y el Atlético Baleares, pero en realidad es residual. El enemigo histórico por antonomasia del Mallorca siempre fue el Constància y esa enemistad se alimentó tras la Guerra Civil española, cuando ambos equipos estaban a la par. En 1945 acabó para siempre con el famoso Mallorca-Constància arbitrado por Cruellas en Buenos Aires -el último partido de la historia de Buenos Aires- que mandó a los inquers a una promoción de descenso a Tercera que acabarían perdiendo. A partir de ahí comenzó el definitivo despegue del Mallorca.

La tan cacareada rivalidad con el Baleares surgió en un periodo muy breve de tiempo, durante la década de los 70, y no precisamente porque ambos clubes vivieran glorias deportivas, sino más bien al contrario. Coincidieron en Tercera -y un año en Segunda B en el que ambos descendieron- y en 1978, después del Mundial de Argentina, tuvieron que pedir un crédito a la Federación Española de Fútbol para evitar su desaparición. Tal y como sucedió con el Constància en 1945 aquel también fue un punto de inflexión. El Mallorca ascendió a Segunda B y el At.Baleares dio con sus huesos en Regional Preferente. No volverían a coincidir hasta muchas décadas más tarde, de nuevo en Segunda B, y ya conocéis el resto de la historia.

Tan sólo en dos ocasiones han coincidido Mallorca y Atlético Baleares en Segunda División, ya que la última etapa blanquiazul en la categoría de plata coincidió con el Mallorca en Primera. Esta noche se puede volver a dar un duelo que, en Segunda, no se reproduce desde hace 57 años -temporada 62-63-. Personalmente le deseo lo mejor al Atlético Baleares, como a cualquier club de las islas, porque además creo que sería muy positivo que hubiera dos equipos -o quién sabe si tres, con la Peña Deportiva- en Segunda División.