Trajkovski y el caso de Hugo Sánchez

El sábado 19 de septiembre de 1981 TVE eligió el partido Atlético de Madrid-Athletic de Bilbao correspondiente a la primera jornada de Liga de Primera División para televisarlo en directo a toda España. Ganó 2-0 el Atlético, pero lo de menos fue el resultado porque ese día se produjeron tres debuts históricos: fue el primer encuentro de Javier Clemente en el banquillo bilbaíno y también fue el estreno de un joven portero de 20 años llamado Andoni Zubizarreta. Pero, además, el número 11 del Atlético de Madrid fue un mexicano llamado Hugo Sánchez que acababa de incorporarse al club madrileño ese verano precedido por un enorme foco de interés mediático: estaba considerado el mejor jugador de su país.

Hugo jugaba en México como delantero centro, pero el entrenador del Atlético Luis Cid Carriega no quería prescindir del veterano Rubén Cano y lo colocó en la banda, como extremo izquierdo. En su debut pasó desapercibido. Ni se le vio. Tampoco tuvo demasiado peso en la segunda jornada, en el derby madrileño ante el Madrid. A partir de ahí desapareció. Por completo. Jugó un ratito ante el Castellón y ya no más. Carriega no volvió a contar con él ni para ser suplente.

«El fichaje de Hugo Sánchez, un fracaso». Ese era el titular más recurrente en la prensa deportiva por aquel entonces. Dado que ocupaba una plaza de extranjero -entonces los clubes sólo tenían permitido un cupo de dos por plantilla- pronto se empezó a especular con la posibilidad de devolverlo a México, ya que estaba cedido con opción de compra. Además, ya se había señalado una fecha en el calendario: en noviembre tenía que marcharse a la capital de Honduras, Tegucigalpa, a jugar el torneo clasificatorio para el Mundial de España. Era una ocasión única para deshacer lo que ya unanimemente se consideraba como una operación fallida.

El destino, sin embargo, está repleto de renglones torcidos. El 15 de noviembre de 1981, el mismo día que México no podía ganar a Canadá en Honduras y quedaba fuera del Mundial de España, una derrota del Atlético en Valladolid precipitó el cese de Carriega, al que sustituyó García Traid, que había estado a punto de llevar a los rojiblancos a ser campeones de Liga la anterior temporada.

En su debut ante el Sevilla García Traid tiró de la vieja guardia, pero perdió 1-2 en el Calderón y el equipo pasó a ser penúltimo. Era necesario adoptar medidas más drásticas y se le ocurrió un movimiento desesperado: recurrir a Hugo Sánchez, que acababa de volver del torneo clasificatorio mundialista a la espera de que las dos directivas se pusieran de acuerdo en la disolución del contrato de cesión y pudiera regresar a México. Sus días en España se daban por acabados.

García Traid pidió permiso a Vicente Calderón para alinear al jugador pese a que las negociaciones para su regreso a México estaban muy avanzadas y el presidente le autorizó, un un acto de fe que se reveló decisivo. El 28 de noviembre Hugo volvió a ser titular en el estadio Rico Pérez ante el Hércules pero, y eso fue lo más importante, no como extremo izquierdo, sino como delantero centro. A los 84 minutos de un partido condenado a acabar con empate a cero marcó su primer gol en España y le dio la victoria al Atlético. La primera del año fuera de casa. A la semana siguiente García Traid no tocó nada y mantuvo al azteca como número 9. 1-0 al Zaragoza. Gol de Hugo Sánchez.

Hugo acabó aquella temporada como máximo goleador del equipo, con ocho tantos, el Atlético compró sus derechos y se convirtió en el inquilino indiscutible de la camiseta número 9. De ahí se fue al Madrid y ha sido sin duda uno de los mejores delanteros centro de la historia de la Liga. Sin embargo, si Carriega hubiera continuado un poco más en el Atlético él habría vuelto a México y ahí se hubiera acabado probablemente su aventura en el fútbol europeo.

Por supuesto no estoy comparando a Hugo Sánchez con Trajkovski porque sería como comparar un Ferrari con un Panda, pero la historia del mexicano me sirve para demostraros que no hay verdades absolutas en el fútbol y que es una verdadera lástima que un jugador como el macedonio, que estoy convencido de que tiene calidad de sobra para ser indiscutible en el Mallorca, siga pasando desapercibido. Dado que a mí LGP me parece un entrenador justo -no puedo decir lo mismo de Vicente Moreno-, intuyo que el problema es de actitud del propio futbolista, pero a veces lo que sucede es que no se toca la tecla adecuada.