El pastel no da para tanto

En 1992 todos los clubes profesionales del fútbol español salvo cuatro ( Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna) se transformaron en Sociedades Anónimas Deportivas. Aquella modificación dio paso a algo que entonces parecía imposible: que en los clubes no sólo cobraran los jugadores y los entrenadores, sino también el resto del personal. Lendoiro fue el primer directivo que se atrevió a asignarse un salario. Ahora no se concibe que haya alguien sin percibir una nómina en la órbita de una SAD.

Aquella pelota que hizo botar por primera vez Lendoiro ha ido ensanchándose y ensanchándose. Lejos de reducir sus gastos para hacerse más sostenibles, los clubes los han aumentado exponencialmente. Y no sólo fuera del campo. En 1983, cuando empecé a seguir profesionalmente al Mallorca, el entrenador Koldo Aguirre ejercía como preparador físico. En el banquillo se sentaban el delegado José Luis Muñoz, el masajista Jaume Pedrós y él. El resto eran futbolistas. Hoy en día los cuerpos técnicos están formados como mínimo por cuatro o cinco personas. Y eso sin contar redes de scouters, informadores o colaboradores.

Tebas va ahora un paso más allá. El acuerdo con CVC obliga a los clubes a invertir en infraestructura el 70% de lo que reciban. La palabra infraestructura es aquí un eufemismo. En realidad lo que pretende la Liga es que cada vez más gente dependa de ella para vivir. Crear una red clientelar que convierta a los trabajadores de los clubes en funcionarios encubiertos de una matriz que es la LFP.

El plan es genial, pero lamentablemente el pastel no da para tanto. Ya ha habido operadores como Vodafone que han renunciado a ofertar el fútbol entre los clientes particulares y parece que Movistar empieza a meditar un movimiento parecido. En realidad es algo lógico: cobrarte al mes 50 euros por llamadas ilimitadas de teléfono, 20 gigas de datos, fibra de alta velocidad y un paquete de TV con los partidos de fútbol no es rentable para nadie. La gigantesca deuda que ha acumulado Mediapro demuestra que a medio plazo esta fórmula va a ser caduca. Hay que buscar alternativas.

El siguiente paso que ha dado la Liga es venderse a mercados extranjeros. Al sudeste asiático y a Estados Unidos, para ser concreto. Por ahora les está funcionando, pero no creo -es una opinión personal- que a medio plazo siga siendo así. En USA están demasiado arraigados el béisbol, el baloncesto y el fútbol americano, mientras que en Asia acabarán abrazando a sus propias estrellas. Pronostico que en cuanto se retiren Cristiano y Messi -y no queda ya demasiado- el bajón de ventas de derechos de TV a Japón, China, Arabia o incluso el Norte de Africa caerá en picado.

En mi anterior post dije que no entendía que el Mallorca hubiera firmado el acuerdo con CVC. Me equivoqué. No tiene otro remedio. Carece de la dimensión de Real Madrid, Barcelona o incluso Athletic (curioso, ninguno de los tres es SAD) y corre el riesgo de quedarse atrás con respecto al resto de equipo. Es un contrato nefasto para sus intereses, pero no puede hacer otra cosa.

Carezco de la capacidad de ver el futuro, pero me atrevo a pronosticar que la burbuja del fútbol estallará. Hay demasiada gente cobrando del balón como para que el negocio sea rentable. Tarde o temprano este castillo de naipes se caerá, pero el Mallorca no tiene más remedio que seguir remando río arriba con el resto porque sino se lo llevará la marea.

El fútbol al final volverá a sus orígenes. Todo en la vida es cíclico y ésta no será una excepción. Los jugadores que hoy cobran un millón de euros volverán a calzarse las botas por una centésima parte de su salario porque el dinero que reciban no lo determinará su calidad, sino la ley de la oferta y la demanda. También se desmontarán todas las estructuras ciclópeas que envuelven a los clubes y, por último, los directivos dejarán de recibir una nómina. Puede que entonces volvamos a disfrutar de una jornada unificada: todos los partidos a las cinco de la tarde del domingo. No sé cuándo sucederá eso, pero no me cabe la menor duda de que ese es el futuro que le espera a un negocio que está hiperdimensionado y muy por encima de lo que es capaz de generar.